Thursday, January 11, 2007

Donde habite el olvido II

Jardines de otoño y un laberinto en medio del cual el rumor de una fuente de claustro olvidado dota al paisaje de mayor melancolía, si cabe.
Hace lustros lucía igual de triste este rincón del que os hablo. En vano, siempre en vano, trato de retenerme, sin mis raíces es muy difícil permanecer bien amarrado a ningún lugar. Pero las he perdido y ando desconcertada construyéndome unas que me sostengan para así dejar de ser tan volátil y empezar a ser menos lago y más montaña, menos pluma y más abeto, menos nube y más cueva de piedra blanca.
Mi lucha es silente, como la lluvia imaginaria que te moja el cuerpo ahora. Mi arcoiris herido se lame las heridas con espuma de estrellas, no tiene ojos pero llora, no tiene voz pero alcanzo a entender su mensaje.
Me ha golpeado, sin querer, a traición, tu aroma , bueno una vil imitación del eco de tu aroma y he corrido a refugiarme a estos jardines de otoño, metida en el laberinto estoy a punto de llegar hasta la fuente, observaré ahí mi reflejo tan necesitado de tu espejo, lanzaré piedrecitas y empezaré a sacarme del bolsillo granitos de arena, a los que bautizaré con nombres irreverentes que me recuerden a ti. Cuando llegue la noche miraré a la luna, aunque sé que nubes negras la esconden mis ojos transparentes y curados pueden contemplarla y hasta dotarla de alas.
Mi cabecita a punto de explotar envía un último mensaje a ese otro órgano vital que también va a explotar pero de distinto modo. Dos explosiones simultáneas. Si al amanecer escucháis ruido cantad fuerte una canción bonita, por favor.

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